QUE VISITAR EN NANTES

EL LOIRA EN ELEFANTE

Cruzar a la isla de Nantes es hacer un viaje en el tiempo en el que uno de los caminos lleva a la melancolía y el otro, a un mundo de fantasía que pasó de la mente de un joven escritor al imaginario colectivo. Solo en este pedazo de tierra enmarcada entre dos brazos del Loira podemos pasear a lomos de un elefante de más de 12 metros.

También podemos sumergirnos en un tiovivo que desciende hasta las profundidades marinas. Son las Máquinas de la Isla, unos seres dignos de un montaje de La Fura delsBaus surgidos de la imaginación del gran Julio Verne.

La capital de la Bretaña histórica, enclave de mirada atlántica e industrial, ha logrado completar una reconversión ejemplar hacia un modelo verde, cultural e imaginativo. A lo largo de su recorrido podemos disfrutar los castillos majestuosos, campos interminables y puentes que se elevan por su arquitectura.

 

NANTES VISTA DESDE SU CASTILLO

El castillo de Nantes es rendir el debido homenaje a Ana de Bretaña, por dos veces reina de Francia y pieza clave en las relaciones entre el ducado y la monarquía francesa. Su discreta estatua frente a la murallas no lo refleja, pero sus esponsales fueron en otro tiempo uno de los bienes más codiciados en Europa y sus sucesivos matrimonios culminaron el proceso de adhesión de Bretaña a Francia en el siglo XV. Pese a que hoy en día Nantes pertenece a la región de Países del Loira, durante mucho tiempo ejerció de orgullosa capital de la región de Bretaña, una condición que reivindican actualmente los nacionalistas bretones.

Una vez presentados los respetos, lo primero que llama la atención es el contraste entre el austero exterior amurallado sobre los restos de la fortificación galo-romana del siglo XIII y la residencia ducal, más similar a un palacio. Su interior alberga el Museo de la Historia de Nantes, con una exposición muy completa que relata el pasado de la ciudad en torno a varios ejes cronológicos: el papel de Nantes y la región de la Bretaña en la antigüedad, el trazado de la urbe según la trayectoria de sus dos ríos (Loira y Erdre), su actividad portuaria y su ominoso pasado como principal puerto de tráfico de esclavos en Francia, el periodo de guerras y la ciudad actual.

 

LA CATEDRAL SU TEMPLO MÁS EMBLEMÁTICO

Cuando comenzó a construirse la catedral Saint-Pierre-et-Saint-Paul de Nantes, la vieja Europa desconocía la existencia de América y aún faltaban algunos años para que la primera imprenta viera la luz. Al término de su edificación, la luz eléctrica ya era una conquista y el primer coche rodaba por las calles de Alemania.

Los vecinos de Nantes han visto su templo más simbólico en obras durante más de 450 años, pero sin duda el resultado compensa la espera. Ante su fachada gótica, custodiada por dos torres de 63 metros, es fácil imaginarse rodeado de fieles asistiendo al sermón desde su púlpito exterior. En el interior, las vidrieras nos muestran a un personaje ya conocido: la duquesa Ana de Bretaña, cuyos padres descansan entre esto muros.

 

CAMINO DE BALDOSAS VERDES!!!!!

El mejor guía turístico de Nantes está a nuestros pies. Se trata de un trazado turístico que recorre los principales enclaves de la ciudad. Como si de un hospital se tratara, la línea verde que cruza Nantes tiene como objetivo llevarnos a nuestro destino sanos y salvos. Sin embargos, veremos a esa vieja máxima del viajero que invita a perderse entre las calles y las gentes de una ciudad desconocida y dejaremos que el barrio de Bouffay y su mercado cubierto nos atrape con el olor de su crepería.

Bajando por la Rue de la Marme, tras un breve desvío a la derecha la ÉgliseSainte-Croix, con su imponente reloj coronando la torre. De poco les serviría a los presos que albergaba cuando el templo ejerció de prisión durante la Revolución Francesa…

Cruzado el Cours des 50 Otages (cuidado con el tranvía) llegamos al barrio central de la ciudad, donde visitara la basílica Saint-Nicolas y deambularemos por las calles hasta llegar al punto neurálgico de Nantes: la place Royale. Este espacio cambiante (la transformación de su fisonomía es constante, con exposiciones e instalaciones de todo tipo) tiene como elemento central una colosal fuente que rinde homenaje al verdadero arquitecto de la ciudad: el Loira y sus afluentes.

Seguimos callejeando, ahora entre las estanterías de la cercana e icónica librería Coiffard: ¿Hay mejor homenaje a la patria chica de Julio Verne? Su exterior de cuidada madera invita a creer que dentro de otros 100 años las librerías-franquicia habrán caído en el olvido, mientras estos muros aún seguirán generando rentabilidad gracias a la ficción novelada. Y de rentabilidad sabe un rato la añeja rue Crebillon, principal avenida comercial de Nantes y su eje del lujo. Aproximadamente a la mitad de esta milla de oro nantesa nos topamos con una de las joyas de esta ciudad: el PassagePommeraye. En estas galerías comerciales construidas a finales del siglo XIX lo de menos son los establecimientos, aunque es probable que algún escaparate logre robar tu atención y te haga olvidar sus escalinatas y sus estatuas dedicadas a los gremios tradicionales.

Acércate a la plaza Graslin y dedícale unos minutos al imponente teatro-ópera del mismo nombre. La sensación de dejà-vu es normal: la place Royale que acabas de visitar y este espacio son obra del mismo arquitecto, MathurinCruzy, quien debió considerar insuperable su trabajo previo….

Para ir abriendo el apetito lo mejor es asomarse a la brasería La Cigale, cuyos mosaicos son la mejor muestra del Art Nouveau de Nantes. Llegó la hora de comer: L’InstinctGourmand (14 rue Saint-Leónard) te espera.

 

JARDÍN DE LA ISLA DE VERSALLES

Si a la felicidad se llega a través de la meditación, visitar el Jardín japonés de la isla de Versalles (parada St. Mihiel del tranvía) es ir en la dirección correcta. Este espacio situado en una isleta sobre el río Erdre contiene todos los elementos de cualquier remanso de paz que se precie: saltos de agua, vegetación y un jardín zen para ahondar en el autoconocimiento (o quedarse dormido en el intento). Para meterse más en situación a todo ello acompaña una representación de la arquitectura japonesa tradicional, a la vez centro de interpretación sobre la fauna y flora de la ribera del Erdre. Nantes, la ciudad que se vanagloria de tener un espacio verde cada 300 metros, fue designada en 2013 Ciudad Verde Europea.

 

BARRIO FEYDEAU

Toma de nuevo el tranvía hasta la parada Commerce . Es hora de pedir cuentas a la ciudad por su vergonzante pasado esclavista. En el barrio de Feydeau, una isleta entre dos brazos del Loira hoy convertida en tierra firme, las casas de los antiguos burgueses se hunden irremediablemente ante lo inestable del suelo sobre el que fueron levantadas.

Durante el siglo XVIII, muchos de estos mercaderes se enriquecieron con el tráfico de esclavos, del que el puerto de Nantes fue el principal exponente. De estos muelles partieron más de 1.500 expediciones negreras, un infame historial del que Nantes quiso resarcirse con la construcción en 1998 del monumento de la Abolición de la Esclavitud.

 

FABRICA DE GALLETAS

Si Nantes fuera una empresa, su principal actividad sería la reconversión. Así que tomando ese espíritu de renovarse o morir por bandera, la fábrica de galletas Lu ejerce hoy de centro cultural y punto de encuentro de diferentes disciplinas artísticas. Aquí se recicla hasta el nombre, la factoría Lefevre-Utile (fundadores de la empresa) ha pasado a ser Le LieuUnique (el lugar único), por aquello de mantener el acrónimo y el merchandising intactos. El mismo espacio que antaño fabricaba alegrías con base de mantequilla ofrece hoy teatro vanguardista, performances, baños turcos y vistas espectaculares desde lo alto de su torre, la única que queda ya en pie tras la transformación del conjunto de edificios que formaban la fábrica.

Tras un último vistazo al skyline de Nantes, es hora de apaciguar el estómago en el popular L’u.ni (rue Foure 36).

 

EL PASADO NAVAL

El glorioso pasado naval Nantés hoy solo da fe La Maison des Hommes et des Techniques, un museo creado por antiguos trabajadores del sector tras el cierre en 1987 del último de los astilleros aún en pie, Dubigeon-Normandie. La industria que en los años 50 llegó a emplear a más de 7.000 obreros en la capital de la Bretaña se fue apagando lentamente tras la eliminación de las ayudas al sector y la entrada de la competencia extranjera. Frente a él, el buque destructor de la marina francesa Maillé-Brezé sobrelleva entre turistas su larga jubilación.

 

JULIO VERNE

Cuenta la leyenda que de niño, Julio Verne se escapó de casa para embarcarse en uno de los buques que veía pasar cada día por el puerto. Solo la irrupción in extremis de su padre evitó que Verne acabara navegando rumbo a las Indias.

La imponente mansión-museo que le rinde homenaje, es fácil imaginar al propio PhilleasFog elevándose sobre los tejados de Nantes convencido de ganar su apuesta…

En el museo, planteado como una recreación de su casa, se pueden ver algunos manuscritos e ilustraciones del autor, pero que nadie espere una grandiosidad a la altura de la fantasiosa mente de Verne. Esta muestra, mucho más sobria, hará las delicias de quienes quieran ahondar en lo literario y documental.

Se convierte en espectáculo con elefantes del tamaño de edificios dignos de la imaginación de su ciudadano más ilustre, Julio Verne, y palacetes que literalmente se inclinan ante su curso. La capital de la Bretaña histórica, enclave de mirada atlántica e industrial, ha logrado completar una reconversión ejemplar hacia un modelo verde, cultural e imaginativo. A lo largo de su recorrido podemos disfrutar los caStillos majestuosos, campos interminables y puentes que se elevan por su arquitectura.

NANTES VISTA DESDE SU CASTILLO

El castillo de Nantes es rendir el debido homenaje a Ana de Bretaña, por dos veces reina de Francia y pieza clave en las relaciones entre el ducado y la monarquía francesa. Su discreta estatua frente a la murallas no lo refleja, pero sus esponsales fueron en otro tiempo uno de los bienes más codiciados en Europa y sus sucesivos matrimonios culminaron el proceso de adhesión de Bretaña a Francia en el siglo XV. Pese a que hoy en día Nantes pertenece a la región de Países del Loira, durante mucho tiempo ejerció de orgullosa capital de la región de Bretaña, una condición que reivindican actualmente los nacionalistas bretones.

Una vez presentados los respetos, lo primero que llama la atención es el contraste entre el austero exterior amurallado sobre los restos de la fortificación galo-romana del siglo XIII y la residencia ducal, más similar a un palacio. Su interior alberga el Museo de la Historia de Nantes, con una exposición muy completa que relata el pasado de la ciudad en torno a varios ejes cronológicos: el papel de Nantes y la región de la Bretaña en la antigüedad, el trazado de la urbe según la trayectoria de sus dos ríos (Loira y Erdre), su actividad portuaria y su ominoso pasado como principal puerto de tráfico de esclavos en Francia, el periodo de guerras y la ciudad actual.

LA CATEDRAL SU TEMPLO MÁS EMBLEMÁTICO

Cuando comenzó a construirse la catedral Saint-Pierre-et-Saint-Paul de Nantes, la vieja Europa desconocía la existencia de América y aún faltaban algunos años para que la primera imprenta viera la luz. Al término de su edificación, la luz eléctrica ya era una conquista y el primer coche rodaba por las calles de Alemania.

Los vecinos de Nantes han visto su templo más simbólico en obras durante más de 450 años, pero sin duda el resultado compensa la espera. Ante su fachada gótica, custodiada por dos torres de 63 metros, es fácil imaginarse rodeado de fieles asistiendo al sermón desde su púlpito exterior. En el interior, las vidrieras nos muestran a un personaje ya conocido: la duquesa Ana de Bretaña, cuyos padres descansan entre esto muros.

CAMINO DE BALDOSAS VERDES!!!!!

El mejor guía turístico de Nantes está a nuestros pies. Se trata de un trazado turístico que recorre los principales enclaves de la ciudad. Como si de un hospital se tratara, la línea verde que cruza Nantes tiene como objetivo llevarnos a nuestro destino sanos y salvos. Sin embargos, veremos a esa vieja máxima del viajero que invita a perderse entre las calles y las gentes de una ciudad desconocida y dejaremos que el barrio de Bouffay y su mercado cubierto nos atrape con el olor de su crepería.

Bajando por la Rue de la Marme, tras un breve desvío a la derecha la ÉgliseSainte-Croix, con su imponente reloj coronando la torre. De poco les serviría a los presos que albergaba cuando el templo ejerció de prisión durante la Revolución Francesa…

Cruzado el Cours des 50 Otages (cuidado con el tranvía) llegamos al barrio central de la ciudad, donde visitara la basílica Saint-Nicolas y deambularemos por las calles hasta llegar al punto neurálgico de Nantes: la place Royale. Este espacio cambiante (la transformación de su fisonomía es constante, con exposiciones e instalaciones de todo tipo) tiene como elemento central una colosal fuente que rinde homenaje al verdadero arquitecto de la ciudad: el Loira y sus afluentes.

Seguimos callejeando, ahora entre las estanterías de la cercana e icónica librería Coiffard: ¿Hay mejor homenaje a la patria chica de Julio Verne? Su exterior de cuidada madera invita a creer que dentro de otros 100 años las librerías-franquicia habrán caído en el olvido, mientras estos muros aún seguirán generando rentabilidad gracias a la ficción novelada. Y de rentabilidad sabe un rato la añeja rue Crebillon, principal avenida comercial de Nantes y su eje del lujo. Aproximadamente a la mitad de esta milla de oro nantesa nos topamos con una de las joyas de esta ciudad: el PassagePommeraye. En estas galerías comerciales construidas a finales del siglo XIX lo de menos son los establecimientos, aunque es probable que algún escaparate logre robar tu atención y te haga olvidar sus escalinatas y sus estatuas dedicadas a los gremios tradicionales.

Acércate a la plaza Graslin y dedícale unos minutos al imponente teatro-ópera del mismo nombre. La sensación de dejà-vu es normal: la place Royale que acabas de visitar y este espacio son obra del mismo arquitecto, MathurinCruzy, quien debió considerar insuperable su trabajo previo….

Para ir abriendo el apetito lo mejor es asomarse a la brasería La Cigale, cuyos mosaicos son la mejor muestra del Art Nouveau de Nantes. Llegó la hora de comer: L’InstinctGourmand (14 rue Saint-Leónard) te espera.

JARDIN DE LA ISLA DE VERSALLES

Si a la felicidad se llega a través de la meditación, visitar el Jardín japonés de la isla de Versalles (parada St. Mihiel del tranvía) es ir en la dirección correcta. Este espacio situado en una isleta sobre el río Erdre contiene todos los elementos de cualquier remanso de paz que se precie: saltos de agua, vegetación y un jardín zen para ahondar en el autoconocimiento (o quedarse dormido en el intento). Para meterse más en situación a todo ello acompaña una representación de la arquitectura japonesa tradicional, a la vez centro de interpretación sobre la fauna y flora de la ribera del Erdre. Nantes, la ciudad que se vanagloria de tener un espacio verde cada 300 metros, fue designada en 2013 Ciudad Verde Europea.

BARRIO FEYDEAU

Toma de nuevo el tranvía hasta la parada Commerce . Es hora de pedir cuentas a la ciudad por su vergonzante pasado esclavista. En el barrio de Feydeau, una isleta entre dos brazos del Loira hoy convertida en tierra firme, las casas de los antiguos burgueses se hunden irremediablemente ante lo inestable del suelo sobre el que fueron levantadas.

Durante el siglo XVIII, muchos de estos mercaderes se enriquecieron con el tráfico de esclavos, del que el puerto de Nantes fue el principal exponente. De estos muelles partieron más de 1.500 expediciones negreras, un infame historial del que Nantes quiso resarcirse con la construcción en 1998 del monumento de la Abolición de la Esclavitud.

FABRICA DE GALLETAS

Si Nantes fuera una empresa, su principal actividad sería la reconversión. Así que tomando ese espíritu de renovarse o morir por bandera, la fábrica de galletas Lu ejerce hoy de centro cultural y punto de encuentro de diferentes disciplinas artísticas. Aquí se recicla hasta el nombre, la factoría Lefevre-Utile (fundadores de la empresa) ha pasado a ser Le LieuUnique (el lugar único), por aquello de mantener el acrónimo y el merchandising intactos. El mismo espacio que antaño fabricaba alegrías con base de mantequilla ofrece hoy teatro vanguardista, performances, baños turcos y vistas espectaculares desde lo alto de su torre, la única que queda ya en pie tras la transformación del conjunto de edificios que formaban la fábrica.

Tras un último vistazo al skyline de Nantes, es hora de apaciguar el estómago en el popular L’u.ni (rue Foure 36).

EL LOIRA EN ELEFANTE

Cruzar a la isla de Nantes es hacer un viaje en el tiempo en el que uno de los caminos lleva a la melancolía y el otro, a un mundo de fantasía que pasó de la mente de un joven escritor al imaginario colectivo. Solo en este pedazo de tierra enmarcada entre dos brazos del Loira podemos pasear a lomos de un elefante de más de 12 metros o sumergirnos en un tiovivo que desciende hasta las profundidades marinas. Son las Máquinas de la Isla, unos seres dignos de un montaje de La Fura delsBaus surgidos de la imaginación del gran Julio Verne.

Las máquinas de la isla: criaturas nacidas en la imaginación del prolífico Julio Verne cobran vida en la Isla de Nantes

EL PASADO NAVAL

El glorioso pasado naval Nantés hoy solo da fe La Maison des Hommes et des Techniques, un museo creado por antiguos trabajadores del sector tras el cierre en 1987 del último de los astilleros aún en pie, Dubigeon-Normandie. La industria que en los años 50 llegó a emplear a más de 7.000 obreros en la capital de la Bretaña se fue apagando lentamente tras la eliminación de las ayudas al sector y la entrada de la competencia extranjera. Frente a él, el buque destructor de la marina francesa Maillé-Brezé sobrelleva entre turistas su larga jubilación.

JULIO VERNE

Cuenta la leyenda que de niño, Julio Verne se escapó de casa para embarcarse en uno de los buques que veía pasar cada día por el puerto. Solo la irrupción in extremis de su padre evitó que Verne acabara navegando rumbo a las Indias.

La imponente mansión-museo que le rinde homenaje, es fácil imaginar al propio PhilleasFog elevándose sobre los tejados de Nantes convencido de ganar su apuesta…

En el museo, planteado como una recreación de su casa, se pueden ver algunos manuscritos e ilustraciones del autor, pero que nadie espere una grandiosidad a la altura de la fantasiosa mente de Verne. Esta muestra, mucho más sobria, hará las delicias de quienes quieran ahondar en lo literario y documental.